Marrón rojizo con espuma esponjosa, deja un ligero amargor al final con gusto a licor.
Venida de Holanda, no se sabe si sigue siendo una cerveza trapense, puesto que se rumorea que los monjes vendieron la fórmula a una multinacional.
No obstante, es una cerveza que merece la pena probar. Ya sea en botella (lo curioso es que la segunda fermentación se hace en el vidrio) o de barril en una taberna bastante peculiar: Cheer's.
Cheer's. Asalto s/n (junto a Plaza San Miguel)